viernes, 22 de enero de 2016

La Generación de Blanco y Negro


La Generación de Blanco y Negro 

A pesar de las buenas intenciones de Pedro Arieta y su familia cuando asumieron la dirección administrativa de C.D. Águila, su desempeño con el tiempo se va pareciendo más a los antecesores que la afición repudiaba. 

Los aficionados del Milán se mofaban de su archirrival el Internazionale de Milano o Inter, refiriéndose a ellos como el equipo de “Blanco y Negro” porque habían tenido su época gloriosa en Europa y Italia en la década de los 1960s ganando Scudettos y la Copa de Europa, pero sin mucho éxito desde la década de los 1980s en comparación con el desbordante éxito del Milán. El haber tenido éxito cuando aún no existían los periódicos ni las fotos de color es un símil que me recuerda mucho de C.D. Águila. 

La época gloriosa de Águila se remonta a las décadas de 1960s, 1970s y en mi opinión con una relevancia menor en los 1980s (solo se ganaron dos títulos, en 1983 y 1988). La última década del siglo 20 fue la peor en la historia emplumada con una sequía de más de 10 largos años que termino con un solitario gol en tiempo extra de Efraín Burgos contra Municipal Limeño en 1999. Esa final fue el comienzo de una corta hegemonía, donde se ganaron 3 títulos. Esa generación termino su participación con la final que se perdió con Fas por penales en 2003. Los campeonatos de 2006 y 2012 fueron más golpes de suerte que procesos consolidados en el tiempo. Entonces, la última generación relativamente ganadora fue la de principios de los 2000s, Los Waldir Guerra, Rodinei Martins, Mayen Meza, Roberto Martinez, Amaya del Cid, Darrio La Rosa entre otros aunque ganaron esos tres campeonatos, no hicieron de Águila un equipo invencible, con un estilo de juego definido que hiciera la diferencia en comparación con los otros equipos. Además, Águila aprovecho un corto vacío de poder que dejo el cambio generacional de Luis Ángel Firpo a finales de 1990s y comienzo de los 2000s.
La falta de éxito en el terreno local se puede acusar a diferentes causas estructurales del futbol salvadoreño, pero quienes tienen un alto grado de responsabilidad han sido los dirigentes. El hecho que Águila tenga ya más de 30 años de no ser un equipo que “enamore” y que domine indiscutiblemente el campeonato local dice mucho. 6 Campeonatos en 30 años (1986-2016) suenan como una cachetada y un trago muy amargo de digerir, especialmente para todos los que estamos enamorados de estos colores. Duele decirlo pero Águila es un equipo de blanco y negro. No debe ser sorpresa para muchos que los jugadores no se sientan involucrados con un escudo que no se ha impuesto a sus rivales contundentemente por casi tres décadas. 

Tras las nefastas administraciones de Salvador Galeas, Will Salgado y Julio Sosa (Eso sin dejar atrás a Alejandro Gonzales) todas estas directivas no dejaron ningún legado al equipo. Los técnicos los cambiaron por chambres, o solo porque no aceptaban las alineaciones del presidente. Fueron un desastre al contratar extranjeros y jugadores locales. No comenzaron los cimientos para crear un verdadero club con socios o un plan serio a largo plazo con divisiones inferiores. Además, todas estas administraciones tuvieron una pésima relación al momento de manejarse con la prensa y los aficionados. Y sin dejar de mencionar los manejos oscuros en la compra-venta de los derechos de la institución. 

En conclusión, Águila es un equipo donde los jugadores dicen que es un “grande” y que sienten la camiseta, pero se parecen más a los políticos demagogos que dicen lo que la gente quiere escuchar pero que en práctica no creen en nada, más que en ellos mismos. Los dirigentes, en vez de analizar la historia de forma fría y pragmática, se dejan guiar por sus sentimientos del fin de semana. Más de 15 técnicos en 10 años, ningún proceso exitoso, vergüenza al no poder superar a nuestros rivales tradicionales, en fin, Águila ha sido un desastre y parece que esta administración sigue por ese mismo camino. 

Los Arieta llegaron con aires de modernidad, dando una cara de ser “profesionales” y que iban a tener un gran proyecto, tanto deportivo como administrativo. El desempeño ha sido más negativo que positivo. En lo deportivo, se obtuvo un sub campeonato y han pasado ya más de 5 técnicos. No han contratado un extranjero que haga la diferencia y su plan de socios o abonados parece que quedo en el pasado. 

La actual administración, si sigue en el rumbo actual, terminara vendiendo el equipo porque se volverá insostenible tanto deportiva como administrativamente. La gran pregunta es hasta cuando la afición va a soportar la pobre administración de Águila. Un nuevo campeonato ha comenzado y quizás se llegue a semifinales y quizás se gane la final, pero de nada servirá si no se sientan las bases de un proyecto a corto y largo plazo que sea sostenible. Que no se dependa más de taquillas para subsistir. Que los abonados de Águila tengan una voz y voto en decisiones que afectan la institución. Que tienen que entender que un proceso deportivo no significa ganar todo, que a veces se pierde o se gana, pero no necesariamente significa que están mal. El profesor Sánchez no hizo competitivo al Juventud Independiente en un torneo, le tomo tiempo, sino recuerden que ese mismo Juventud perdió 10 a 0 ante Águila no hace mucho y el técnico no fue separado. 

Es un hecho que la realidad de nuestro equipo no es ajeno al de nuestros rivales tradicionales y a la situación que afecta al futbol salvadoreño en general. No existe en la actualidad un equipo que esté por encima de los demás. Me atrevo a decir que desde el Firpo de los años 1990s no hemos tenido un equipo que gane tanto en el marcador como en el nivel de juego. Fas y Metapan no han tenido el mismo nivel de ese gran Firpo. Prueba irrefutable de lo anterior es el pobre desempeño en la Liga Campeones de CONCACAF. 

Por tanto, no auguro un futuro brillante para Águila. Estamos condenados al sufrimiento y la mediocridad. Sinceramente, no creo que los directivos van a cambiar su forma de pensar. Si no lo han hecho en 30 años de fracaso tras fracaso, no sé qué los hará despertar. Sin embargo, voy a poner un grado de responsabilidad en la gente. El aficionado emplumado tiene que tomarse el equipo, exigir una junta de socios, involucrar a la comunidad en Estados Unidos de forma transparente y responsable, aunque no logre controlar en completo, si tener un peso al momento de la toma de decisiones importantes. No exigir que se quite el técnico después de una mala tarde, volverse un “alfabeto” del futbol, entender que es un juego donde a veces se gana y se pierde, pero que los principios tienen que prevalecer a los resultados. 

Águila seguirá siendo un sentimiento, una obsesión, a pesar de perder y de no ser un protagonista. Es momento que todos tomemos la palabra y analicemos como podemos evolucionar a la modernidad del futbol. Un aplauso a las barras, que creo que son las únicas que realmente cumplen su labor. Nos espera un nuevo campeonato, una nueva ilusión o una nueva decepción. Espero estar equivocado y que mis malos augurios basados en una realidad de varios años de frustración no oscurezca este campeonato.


Escrito por: soyaguila87@gmail.com






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