viernes, 17 de octubre de 2014

Final Alianza vs Aguila en 1987

  A 27 años de última final Alianza-Águila

Pasaron 27 años, y este fenómeno no se repitió más. El Alianza y el Águila, por afición, recursos e historia, han sido permanentes protagonistas de la primera división del fútbol salvadoreño. Se enfrentaron en la primera final con sede en el estadio Cuscatlán, en 1976. Cuando reeditaron ese clásico el 22 de febrero de 1987, por una nueva corona, pocos pensaron que sería la última vez en un cuarto de siglo.

Quizá por eso aquella batalla épica entre albos y negronaranjas en un soleado de domingo de hace dos décadas y media crea todavía un mito en su entorno que perdura.

Fue un encuentro denso, un 0-0 en 120 minutos. Tensión, expulsiones, controversia, penaltis. Y estadio lleno. Y un Alianza con la carga de 20 años de no ser campeón (su título anterior quedó en 1967). Con un Águila que dominó con autoridad la campaña regular y quería consumar su nivel en la cima.

En la cancha, todo ese contexto encendió el fútbol. A poco de comenzar la final, el habilidosos uruguayo Carlos Reyes le hizo un túnel al volante aguilucho Eduardo Santana; éste último lo detuvo con una patada. Carlos Ortiz Cardoza, quizá el mejor árbitro de la época, lo expulsó.

Esa escena marcó el tono de todo el encuentro. Ortiz Cardoza sacó dos tarjetas rojas más en los 120 minutos; a Carlos Coreas, del Águila, y al extremo aliancista Jorge Orantes.

Tal empuje de músculo opacó un partido lleno de grandes jugadores de ataque. El Águila contaba con dos volantes creativos de lujo: “el Pelé” Zapata y “el Primi” Maradiaga; en ataque, la rapidez de Salvador Coreas y la efectividad de Ned Barboza.

Los albos gozaban en tanto de una joven generación de talentos que se pulieron poco a poco. Los nacionales “Kin” Canales y Palacios Lozano se complementaban con los uruguayos Reyes y Rubén Alonso para aterrorizar a las defensa rivales.
Rodolfo "el mudo"

FIESTA DE FÚTBOL

La final de 1987 tuvo que haberse jugado dos meses antes. El terremoto del 10 de octubre de 1986 obligó al fútbol a hacer una pausa y posponer sus fechas. El monumental estadio Cuscatlán quedó dañado, al punto que calló el techo que cubría los palcos de la esquina sur.


(El cuadro emplumado: Arriba izq. a der. Alcides Caballero, Mario Alfonso Castillo, Carlos Coreas, Juan Carlos Carreno, Luis Baltazar Zapata y Fredy Orellana. Abajo: Salvador Coreas, Ramón Maradiaga, Dagoberto Medrano, Eduardo Santana, y Ned Barbosa) 

Con reparaciones urgentes, el escenario estuvo listo para albergar la fase decisiva del torneo. El Alianza alcanzó entonces el pico de su rendimiento. Apenas llegó a la postemporada gracias a un repechaje, pero ganó esa ronda, y obligó al Águila, puntero del circuito regular, a sacar al campeón en un único partido decisivo.

La expectativa fue máxima. Los medios de comunicación, que ya contaban con la cobertura de Canal Cuatro y radios de tradición deportiva como YSKL, tenían compañía con Canal 12, que en esa misma temporada montó el programa especializado “Cómo Quedaron”, del conductor Sergio Gallardo.

Se hablaba del encuentro mucho antes de empezar. Se iba a desmenuzar mucho después de terminado. Eso, más el imán de ambas camisetas, hicieron una final explosiva.

“Yo decía que el Alianza era el campeón de papel, porque ese campeonato fue apenas la tercera que ganó; cubrimos esa final como nadie lo había hecho, con imágenes curiosas”, recuerda Gallardo.

Para Hernán Carrasco Vivanco, técnico del Águila, esa fue una dura derrota en su ilustre carrera como entrenador del fútbol salvadoreño.


Esta era la banca de los emplumados previo al inicio de esta final entre albos y emplumados

PROBLEMA

El técnico Ricardo Sepúlveda tenía un problema. Uno de sus mejores jugadores, Antonio García Prieto, estaba lesionado. Sin embargo, el chileno corrió un riesgo. García Prieto lo recuerda: “Sepúlveda me hizo una promesa: ‘Vas a salir en el equipo campeón, merecés salir’. Pasó que me incluyó en el equipo titular, y apenas inició, me cambió (salió por Biegler)”.
Y así de intenso arrancó la final entre el Alianza y el Águila.

Con un cambio menos, los albos iniciaron una maratón de 120 minutos que exprimió sus fuerzas al máximo. Contaron con la ventaja de un hombre de más, pero sin la calma necesaria para definir el pleito con goles.

El Águila, en tanto, hizo doble esfuerzo, con un despliegue titánico para vender lo más caro posible el títulos. Hernán Carrasco Vivanco, técnico naranja, analizó luego que “el cansancio influyó. Habíamos corrido con dos hombres menos durante casi los 120 minutos. Los penaltis fueron una lotería”.
 En la media cancha, el volante albo Hernández Sosa marca al gran "Pelé" Zapata, leyenda del Águila

Rubén Alonso, seguido por Ramón Maradiaga.

Una lotería en la que, para algunos, el Alianza llegó con ventaja. El analista de la KL, 

Raúl “Pato” Alfaro, dijo en su narración antes de los penaltis: “Entre Caballero y Chamagua hay una enorme diferencia. Chamagua fue extraordinario en el campeonato. El mejor del momento. Caballero (quien reemplazó al arquero mexicano Nahún Corro justo en la final) fue irregular”.

Al final, la predicción del “Pato” dio en el blanco. Chamagua fue la figura de los penaltis; le atajó los tiros a Barbosa, Maradiaga y Salvador Coreas.

El narrador radial Roberto “el Cipote” Aquino, designado a narrar los penaltis porque era quien cantaba los goles de forma más prolongada, gritó por 10 segundos el gol de Carlos Reyes, el tercero del Alianza, el que aseguró una ventaja que consagró a los albos.
El Portero Alcides Caballero, del Águila, busca el balón ante la mirada de Ruben Alonso (derecha) y de los defensas "Macora" Castillo y Fredy Orellana.

Salvador Coreas remata la meta del Alianza, contiene el zaga Carlos Medrano. 

Años más tarde, Chamagua le confesó a EL GRÁFICO: “(En la final 1987) yo me sentía de lo más calmado. Si ves el video, en los penaltis yo nunca me tiro antes de que los del Águila toquen la pelota. Es que yo escuchaba la voz de una persona que hubiese querido que estuviera en el estadio ese día, era mi mamá (María Ester), que había muerto unos años antes. Ella me decía: ‘Tranquilo, mi amor, tranquilo’. Eso me daba paz. Al terminar el partido, hubiera querido ir a abrazarla a ella”.

Veinticinco años pasaron de aquel recuerdo memorable de Chamagua, sus compañeros aliancistas y la afición capitalina. Una final que sigue viva por la emoción que todavía despierta en sus protagonistas.

La tanda de penaltis

Estos son los tiros de penal de la final 1986-87; el Alianza fallo dos y el Águila tres.
Alcides Caballero detiene el lanzamiento del aliancista Rubén Alonso en el inicio de la tanda de penaltis; lo cobró con potencia pero al centro. PENALTIS Alianza 0-0 Águila

Ned Barbosa anunció su disparo al costado izquierdo, donde el portero Chamagua, se lanzó para contenerlo y mantener el empate. PENALTIS: Alianza 0-0 Águila.

Rodolfo "el Chato" Alfaro engaño a Caballero con un toque al costado izquierdo y puso la ventaja para los capitalinos. PENALTIS: Alianza 1-0 Águila.

El Chileno Carreño le puso potencia a su disparo y por más que adivinó Chamagua no pudo detenerlo, era el empate. PENALTIS: Alianza 1-1 Águila. 

Hermán Sosa, del Alianza, definió con toque sutil al costado derecho de Alcides Cabellro y dio otra vez la ventaja a los paquidermos PENALTIS: Alianza 2-1 Águila

El "Primi" Maradiaga, la quiso colocar demasiado al poste derecho, pero el meta Chamagua adivinó para rechazar el disparo. PENALTIS: Alianza 2-1 Águila
"El Pitufo" Pacheco le dio potencia a sus disparo, pero el poste de Caballero desvió la trayectoria del balón y le dio vida al Águila. PENALTIS: Alianza 2-1 ÁguilaSalvador Coreas la mando al cuerpo de Chamagua y con ello sentencio la suerte, dejo todo en bandeja para el siguiente cobro albo. PENALTIS: Alianza 2-1 Águila 
Carlos Reyes tuvo la oportunidad de sentenciar la serie y la aprovecho con mucha firmeza, se paro sobre el balón y engaño la estirada de caballero para mandar a su costado derecho y con ello poner el 3-1

Después del partido

Ernesto Muyshondt, presidente del Águila, abandona la cancha; llegó a los puños con el árbitro Órtiz Cardoza en los camerinos tras la final.

En los camerinos del Águila se vivía un ambiente de tristeza.

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