El Águila tuvo trazos irregulares el torneo pasado cuando llegó hasta la final. Tras un inicio arrollador y mostrando un juego solvente, tuvo que superar algunos baches incluido un intento de renuncia del anterior entrenador Daniel Messina. Ahora han tirado la casa por la ventana.
El torneo pasado tuvo un plantel competitivo, llevándose a Óscar Cerén a sus filas como un jugador desequilibrante, aprovechando que Gilberto Baires regresaría tras una lesión con buen nivel, sumado a elementos clave como Álvaro Lizama y otros juveniles que aunque poco tiempo vieron acción prometen a futuro (Coca, René Gómez).
Su problema estuvo en el ataque, en donde ni Fraser ni Calheira aprovecharon las ocasiones creadas, y los 15 goles en 18 partidos saben a poco. Por ello, ahora llegan Williams Reyes y Nicolás Muñoz, los últimos ganadores del Hombre Gol, y que entre ambos aportan gran cantidad de pólvora para ser protagonistas.
Además, el cuerpo técnico también causa novedad. Los hermanos Dely Valdés dan esa frescura y la expectativa crece sobre el trabajo que pueda realizar. Por estas razones, los emplumados sienten que pueden volver a la lucha por la corona, aprendiendo de los errores y fortaleciendo el plantel para ser competitivos.
El torneo que se viene es duro. Aparte de campeón, hay descenso y no solo por nombres se gana la corona. Eso sí, mientras más soldados experimentados y curtidos en batallas hay en el pelotón lo importante es saber guiarlos en la cancha. Es ahí donde asume un rol protagónico el cuerpo técnico, mientras que la directiva, aparte de apostarle a la corona, siempre se debe trazar los planes a futuro con proyectos e infraestructura para dejar un buen legado.